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Récord histórico de la aeronáutica, con Castrol entre los protagonistas
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Un récord histórico no es obra de la casualidad, mucho menos si es aéreo y donde están involucrados pilotos, avión, motor impulsor y lubricante. Hoy día, cruzar volando el Atlántico, sin escala, es cosa seria; imagínense entonces hacer esa proeza 88 años atrás.

Esa hazaña, llevada a cabo el 10 de junio de 1933, conto con dos pilotos de renombre en esos años: el capitán Mariano Barberán –navegante y piloto– y el teniente Joaquín Collar Serra –uno de los mejores pilotos de prueba en España–. Además, contaron desde tierra, con el apoyo del sargento y mecánico Modesto Madariaga.

La aeronave fue construida para la ocasión por Breguet Aviation, una compañía fundada en Francia en 1911. Llevó por nombre “Cuatro Vientos” y fue impulsado por un motor de la factoría automotriz española Hispano-Suiza, quienes fabricaban también motores de aviación. Resumiendo, el “Cuatro Vientos” es un Breguet XIX GR (Gran Raid) Súper-Bidón, con un motor Hispano Suiza 12 Nb de 12 cilindros en V y 650 CV de potencia.
Para recorrer, sin escala, poco menos de 8 000 km con esa nave de un solo motor, se le serviciaron 5 300 L de gasolina, compartidos en ocho depósitos. También necesitaban 200 L de lubricante y no dudaron en seleccionar un aceite fabricado por la compañía británica Wakefield Oil Company, nos referimos al lubricante Castrol, de sobrada fama y calidad, probada por sus resultados en competencias automovilísticas.

El 10 de junio de 1933, a las 4:40 am y utilizando 1.5 km de pista, despegó de Sevilla el “Cuatro Vientos”, que tenía como primer destino La Habana, Cuba y como segundo México. El propósito, además de establecer un récord, fue el de reanudar las relaciones político/comerciales entre los gobiernos de España y el de sus antiguas colonias en América.
La travesía marcó ruta sobre Madeira (Portugal), San Juan (Puerto Rico), Guantánamo (Cuba) y Camagüey. Allí tuvieron que aterrizar antes de lo planificado por dos razones: malas condiciones del tiempo y poco combustible –de los 5 300 L con los que habían despegado, solo le quedaron 100 L–. No obstante, el récord y la hazaña se lograron: cruzar por primera vez el océano Atlántico en una nave aérea y sin escala, un trayecto que duró 39 horas y 55 minutos, donde se recorrieron 7 895 km. El “Cuatro Vientos” tocó tierra en Camagüey el 11 de junio de 1933 a las 20:45 horas.

Después de un emotivo recibimiento, por parte de autoridades de la Aviación Cubana y el pueblo camagüeyano, al día siguiente retomaron vuelo hacia La Habana, donde permanecieron por varios días antes de su partida a México. Lamentablemente, el “Cuatro Vientos” nunca llegó a México. Los motivos aún son desconocidos y del legendario avión sólo se recuperó el radiador del motor y la carta de navegación que permaneció en Cuba. Hoy día, el Museo del Aire de “Cuatro Vientos” en Madrid, exhibe una réplica del avión.

Por otra parte, en Camagüey se recuerda el hecho y la fecha, con un monumento erigido en 1941, emplazado en el Casino Campestre, un lugar de renombre en la provincia cubana. Además, en Sevilla, una lápida fechada el 12 de noviembre de 1933 nos dice: "A la gloriosa memoria de Barberán y Collar, artífices del vuelo a Cuba y víctimas en la ruta a México".





